SUCESIONES HEREDITARIA EN LA CULTURA AYMARA Y TIAHUANACO

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SUCESIONES HEREDITARIA EN LA CULTURA AYMARA Y TIAHUANACO
Un análisis detallado de las referencias sobre las sucesiones aymara e  inca confirma que en el ámbito andino no existió la primogenitura, tan generalizada en el Viejo Mundo, y por lo tanto tampoco se consideró la bastardia. La tradición existente en los Andes señalaba para la sucesión el derecho del "más hábil" de los candidatos al poder. Naturalmente, la costumbre generaba intrigas, luchas y muerte al fallecimiento de cada soberano y ante la necesidad de efectuar un cambio de gobierno. Además, el Inca poseía numerosas mujeres y entre ellas se distinguía a la coya o reina con la cual se desposaba el día que recibía la borla, insignia del poder. Las herencias se volvieron tan tempestuosas que se intentó tomar ciertas medidas para remediar el alboroto que se producía. Así surgió la elección que hacia el Inca de su sucesor, o sea de un co-regente que recibía la borla y una nueva esposa el día de su nombramiento. Desgraciadamente, el candidato podía ser revocado si no demostraba poseer los requisitos necesarios para ser un gobernante. Es así como se sucedieron tres incas de singular Capacidad como lo fueron Pachacutec, Tupac Yupanqui y Huayna Capac. Sin embargo, Huayna Capac a pesar de su avanzada edad no nombro co-regente. Su fallecimiento, causado por las epidemias que diezmaban a la población indígena, y la muerte del sucesor que el designara causaron desconcierto entre los sacerdotes encargados de la sucesión. Ante este vacío, Huascar, sostenido por su madre Raura Ocllo, y Atahualpa, el favorito del ejército, se disputaron el poder para saber cuál de los dos triunfaría y se tornaria el "más habil". No faltan historiadores que ven en la lucha fraticida una decadencia o echan la culpa de la guerra a la enorme extensión territorial adquirida por el Estado. Sin embargo, esa situación de conflicto se dio a lo largo de todo el Incario, llegandose incluso a la supresión de soberanos elegidos como Tarco Huaman lo que trajo como consecuencia luchas intestinas e intrigas de encierro como sucedió a la muerte de Tupac Yupanqui. De nada valió su matrimonio con una "hermana", otro modo de consolidar el derecho de un aspirante a la borla.
Dar a conocer las raíces de la cultura Aymara en el ámbito sucesorio y hereditario.
·        Indagar en la historia Boliviana para conocer la procedencia hereditaria
·        Identificar la herencia en el Ayllu de la cultura Tiahuanaco y aymara
·        Conocer la cultura aymara y su procedencia.
·        Establecer los  grados de parentesco en la cultura tiwanacota y aymara   

AYMARA
Es un pueblo originario de América del Sur que habita la meseta andina del lago Titicaca desde tiempos precolombinos, repartiéndose su población entre el occidente de Bolivia, el sur del Perú, el norte de Chile y el norte de Argentina. Alternativamente, reciben el nombre de collas,[1] aunque no hay correspondencia biunívoca entre ambos nombres.
El concepto de “aimara” aparece definitivamente entonces durante la colonia y, salvo raras excepciones, no fue utilizado para identificar sociopolíticamente ningún grupo poblacional en esa zona de los Andes. Todas estas formaciones sociopolíticas, verdaderas naciones durante los siglos XV y XVI Reinos aimaras, fueron agrupadas bajo la etiqueta “aymara”, para fines económicos, pero manteniéndose las nominaciones originarias para describir, por ejemplo, las organizaciones políticas más relevantes de acuerdo a los intereses económicos, eclesiásticos o administrativos territoriales fluctuantes de la colonia. Aunque se reconoce una encomienda “aymaras” para el Distrito Colonial de La Paz, nombres jurisdiccionales nativos como “Carangas”, “Soras”, “Casayas”, “Aullagas”, “Uruquillas”, “Asanaques” y “Quillazas” son usados para el Distrito de La Plata (Torero Ídem.) y hasta el siglo XVIII no existe una subdivisión política reconocida como “aimara” por la colonia. Durante esta época el Obispado de La Paz mantiene una organización administrativa utilizando las nominaciones originales de Sicasica, Pacajes, Omasuyos, Larecaja, Paucarcolla y Chucuito (Cosme Bueno, S. XVIII - 1951)[2]
TIWANACU
Tiahuanaco o Tiwanaku es una antigua ciudad arqueológica , capital del estado tiahuanacota ubicada en el altiplano boliviano en la margen oriental del río Tiwanaku, a 15 km al sudeste del lago Titicaca, correspondiente al Departamento de La Paz (Bolivia).
Tiahuanaco fue el centro de la civilización tiahuanaco, una cultura preincaica que basaba su economía en la agricultura y la ganadería, y que abarcó los territorios de la meseta del Collao, entre el occidente de Bolivia, el sur del Perú, el noroeste de Argentina y el norte de Chile, regiones desde las cuales irradió su influencia tecnológica y religiosa hacia otras civilizaciones contemporáneas a ella.
La ciudad de Tiahuanaco se caracteriza por su arquitectura decorada con relieves y planos incisos colocados sobre estelas; está compuesta por siete construcciones arquitectónicas importantes: Kalasasaya, Templete Semisubterráneo, Pirámide de Akapana, Puerta del Sol y Puma Punku.

HERENCIA
Herencia puede referirse a:
La herencia, acto jurídico mediante el cual una persona que fallece transmite sus bienes, derechos y obligaciones a otra u otras personas.
La herencia, proceso por el cual se transmiten, de generación en generación, las características fisiológicas, morfológicas y bioquímicas de los seres vivos.

SUCESIÓN HEREDITARIA
La sucesión hereditaria por causa de muerte se realiza por la voluntad de la persona, manifestada en testamento y, a falta de éste por disposición de la ley. La primera se llama testamentaria y la segunda, intestada, comprendiendo en uno y otro caso, todos los bienes, derechos y obligaciones que no se extinguen por la muerte y que los derechos a la sucesión de una persona se transmiten desde el momento de su muerte. La sucesión hereditaria puede ser a título universal y a título particular, la asignación a título universal se llama herencia, la asignación a título particular se llama legado. El título es universal, cuando se sucede al causante en todos sus bienes y obligaciones transmisibles, a excepción de los legados. El título es particular cuando se sucede en uno o más bienes determinados.
La sucesión puede ser en parte testada y en parte intestada. Toda persona capaz civilmente puede disponer de sus bienes por medio de testamento a favor de cualquiera que no tenga incapacidad o prohibición legal para heredar.

AYLLU
Un ayllu[3] o aillo2 (en quechua o aimara: ayllu) es una forma de comunidad familiar extensa originaria de la región andina con una descendencia común –real o supuesta– que trabaja en forma colectiva (véase ayni) en un territorio de propiedad común. El ayllu era una agrupación de familias que se consideraba descendiente de un lejano antepasado común.[4]
El curaca era el jefe del aillu y quien se encargaba de distribuir las tierras, organizar los trabajos colectivos y actuar como juez de la comunidad. El cargo de curaca o jefe no se heredaba, sino que era seleccionado a través de un ritual especial; en algunas ocasiones eran nombrados directamente desde el Cuzco.
El imperio inca se organizaba en aillus que tenían a su cargo una extensión de tierra que les servía para alimentarse. Los miembros del aillu trabajaban su tierra, pero también tenían la obligación de trabajar la tierra del estado para que el estado pudiera alimentar a los gobernantes, a los nobles, al ejército, a los ancianos y a los enfermos que no podían alimentarse ellos mismos por sus cargos o su indisponibilidad.

Los Aymara son un grupo de indígenas localizados principalmente en el altiplano de Bolivia y Perú. Su mayor presencia se encuentra en el lago Titicaca.
La historia de los Aymara ha sido caracterizada por cambiantes presiones de los grupos dominantes. Antes de la conquista por los Incas en 1430, los Aymara fueron divididos en varios estados independientes que fueron concentrados en el altiplano, conocidos hoy como las repúblicas de Perú y Bolivia.
Aunque no se conoce con precisión cuál es el estado más antiguo de los Aymaras, la civilización Tiahuanaco que data desde 2000 años antes de Jesucristo, usualmente es referida como el primer estado Aymara.
Existían en esta cultura doce reinos separados, que fueron colectivamente referidos como los Collas. Aprovechando estas divisiones, los Incas ingresaron al norte del altiplano y extendieron su reino sobre el territorio Aymara aproximadamente en el siglo XV. La última nación Aymara independiente fue la Lupakas del 1400 después de Cristo.
Su incorporación al imperio Inca resultó en un significante grado de aculturación que se inició antes de la conquista española que empezó en 1535. Más adelante se suscitaron cambios en la cultura Aymara que tuvieron lugar durante el periodo colonial.
Aproximadamente desde el 1820 hasta nuestros días, los Aymara han estado bajo la influencia de las reglas de las repúblicas de Perú y Bolivia.

La Lengua Aymara cumple un rol importante en la comunicación local e internacional. Para que el niño aymara tenga una educación de calidad se debe implantar una Educación Bilingüe Intercultural.
El Patrimonio Cultural debe ser valorado como herencia cultural de nuestros ancestros y debe estimularse su promoción e investigación.
La medicina natural debe ser retomada como medicina para el uso de la dolencia campesina.
Religiosidad y ritualidad. La filosofía de los Aymaras es parte de su cultura, donde la población está inmerso a sus costumbres tales así el pago a sus achachilas tutelares que consiste en el pago a la pachamama, la vilancha, etc. donde el yatiri convive con su medio natural.
Los Mitos, Cuentos y Leyendas deben ser valorados ya que forman parte del patrimonio de nuestros antepasados, además tienen mensajes positivos, y deben ser difundidos en los Centros Educativos.
Las Danzas, Canciones y Música deben ser conservadas manteniéndolas como parte de nuestra cultura Aymara y permanente difusión y promoción.
La práctica del Ayni y Mink'a debe ser recuperadas en las comunidades Aymaras puesto que aún se practica la ética, la moral, el respeto entre los aymaras.


La cultura aymara se desarrollo en la puna o altiplano andino. Laparte norte de este territorio tiene un pequeño declive de norte a sur desde el lago Titicaca con 3.812 metros de altitud hasta el lago Poopo con 30690 metros . la parte mas baja esta situada al Sur, en el Salar de Uyuni con 3.650 metros.
 El altiplano tiene un sistema hidrográfico propio, que esta  formado por los lagos Titicaca y Poopo, que están unidos por el río Desaguadero. También pertenecen a este sistema los ríos grandes de Lípez, Quetena, San Pedro, San Pablo y otros mas pequeños. En la zona Sur existen muchos salares.

La cultura más importante del altiplano es la de tiahuanaco, que surge a pocos kilómetros del lago Titicaca, en el departamento de La Paz, y en su periodo de esplendor llego a dominar gran parte del Área Andina.
En su desarrollo cultural se pueden distinguir tres etapas, de acuerdo a los estudios de Ponce Sanjinés:
Cronológicamente hay que situarla desde el siglo VI a.C hasta el siglo III d.C.
Tiahuanaco se inicia como una pequeña aldea (de ahí el nombre de esta fase). Durante este tiempo, el hombre tiahuanacota se dedicó exclusivamente a la agricultura aunque mantuvo relaciones comerciales con otros pueblos.
No quedan restos arquitectónicos ni escultóricos. Sin embargo, sabemos que las cosas eran de planta rectangular con techo de dos aguas. La cerámica, por otra parte, era de dos tipos: una con decoración pintada e incisiones, y otra sin color decorada con motivos escalonados incisos.

El estudio de los Aymaras, Incas y el Tiwanaku, en cualquiera de sus aspectos, no puede ser entendido como un asunto aislado, circunscrito a la última década de existencia del Estado Incaico, es decir a los años anteriores a la llegada de los españoles. Por eso, para acercarnos al estudio de la sucesión incaica, será necesario tener presente la organización social basada en el ayllu, lo mismo que a las relaciones de parentesco y sucesión curacal, para poder entender la organización de la élite incaica y la problemática sucesoria.
Interesa estudiar los paradigmas, que configuran una estructura del poder y ordenan la capacidad de mando entre los kurakas, durante el tiempo que desarrollaron un dominio panandino en los Andes. Hallamos así, dos puntos importantes cuando se trata de la persona de los grandes señores: la sucesión y la dualidad. La costumbre de elegir al "más hábil" para el cargo daba lugar a la opción entre varios candidatos en la cual quedaban necesariamente excluidos los menores de edad[5].
Pese al esfuerzo desplegado por muchos investigadores, no se ha conseguido entender a plenitud varios de los problemas más sustantivos de la realidad del Tiwanaku a fin de calar en su estructura profunda. Premunidos de diferentes métodos y teorías, los especialistas se empeñan en desentrañar cuestiones que se plantearon desde el mismo siglo XVI: el parentesco andino y la sucesión incaica.
Llegamos así al asunto de la sucesión incaica con la pretensión de avanzar, aunque fuere un corto trecho, en el camino hacia su esclarecimiento. Para este fin, se han tomado como fuentes principales, entre otras, la crónica de Juan Diez de Betanzos en su versión completa publicada hace pocos años. Sabemos que este cronista manejó información proveniente de la élite, característica que lo hace particularmente sugerente, sobre todo en relación con el asunto de la sucesión en el gobierno del Tiwanaku.
Siguiendo a los cronistas, la historigrafia tradicional describió los mecanismos de la sucesión incaica tomando en consideración las categorías europeas de las dinastías sucesivas, la autoridad única del Inca, la herencia de padre a hijo, la "legitimidad", etc. A partir de la las informaciones del siglo XVI en relación al tema de la sucesión, se destacó la situación planteada a la muerte de Huayna Cápac y el conflicto surgido entre Huáscar y Atahualpa, tal como lo vieran los españoles al llegar a los Andes. Se pensó entonces que dicha crisis de sucesión se debió casi exclusivamente a la muerte repentina del Inca, hecho que no habría dado oportunidad para que nominara a su definitivo sucesor. También se adjudicarla el origen de la crisis a la mera rivalidad entre los dos hermanos: uno "heredero legítimo", el otro aspirante "bastardo"[6]
El estudio de la estructura incaica, en cualquiera de sus aspectos, reiteramos, no puede ser entendido como un asunto aislado, circunscrito a la última década de existencia del Estado Incaico, es decir a los años antes de la llegada de los españoles. Diferentes investigaciones han permitido vislumbrar que los Incas presidieron la última de varias organizaciones de carácter panandino y que, con manifiesta habilidad, supieron aprovechar y/o modificar patrones e instituciones conocidas con anterioridad en los Andes.
Todos sabemos que los kurakas o mallku fueron las autoridades étnicas en la sociedad andina. A pesar de que se utilizó un solo nombre quechua para todas estas autoridades, había gran diferencia entre el principal de un ayllu y un gran señor jefe de toda una provincia10. En los documentos utilizados en este estudio se trata a los kurakas al nivel de Señor de varios pueblos, de repartimiento o hasta de provincia.
Con esta definición que parece general, se confronta un problema fundamental: ) qué significa en la sociedad andina ser "autoridad étnica"? ) Qué fuerza tiene esta autoridad para obtener el respaldo de la comunidad? En las sociedades andinas antes de la conquista Inca, la única fuerza a la que podía recurrir el kuraka era la de la comunidad misma. Tenía que mantener las tradiciones e instituciones andinas, situación que predominó también bajo la dominación colonial. Las instituciones tradicionales debían ser mantenidas a pesar de las autoridades coloniales, quienes tenían otras ideas de cómo debían vivir los pueblos andinos.
Sería mejor definir al kuraka no en términos abstractos, sino en términos de su función social. Diego Gonzales Holguín (1608) en su Vocabulario, define el vocablo "kuraka" no solamente como señor o jefe sino también como "el  que  tiene la  voz por  todos"[7]
El kuraka fue el representante de la comunidad, hacia adentro para con sus miembros y hacia afuera. Antes de la conquista Inca, parece que, al menos en el Perú central, el jefe que tenía la voz llegó a ocupar su posición debido a sus capacidades bélicas;  asimismo es preciso advertir la diferenciación de niveles que existia entre Estados:  Estado Imperial  (Chimú), Reinos (Collas y Lupaqas)      y  Señoríos  locales (Chocorbos, Angaras, etc.)[8]
Después de la incorporación de los grupos andinos al Estado Inca,  el curacazgo se convirtió en hereditario dentro del linaje, de padre a hijo o hermano, pero siempre con la reserva de que el beneficiado debia de estar apto para ejercer la función. Así al explicar la sucesión en Huánuco, un kuraka dijo que:
"...si hallaba al hijo hábil para mandar le daba la tiana y lo nombraba señor y no lo siendo nombraba otro de los que con él andaban que le servían que fuese para ello. . . "[9]
Especial interés despiertan los datos que la "Relación" aporta acerca de problemas del derecho sucesorio en el valle de Chincha, ya que nos da una idea tanto de la sucesión hereditaria como del concepto de propiedad privada en la cultura preincaica, contribuyendo al mismo tiempo a una mayor precisión de la división en grupos étnicos, por su estrecho vínculo con la misma. La razón de que la mujer casada estaba siempre excluida de la sucesión hereditaria:
"...la   muger  prenzip(a)l   jam(a)s   eredava   p(or)    cabsa   que era  comprada  sienpre estava  sujeta  a(que) 1   que  eredava   como cosa    conprada.. . "[10]
El  precepto  de  que  la  mujer  casada  nunca  heredaba constituye,  al parecer,  la única excepción en la sucesión hereditaria, por lo demás testada y muy poco restringida por el uso consuetudinario. No habría habido entonces derecho legítimo, por  ejemplo  del  "mayor"  o  "menor".  El  "indio  común"
["hatunruna")   legaba su "hacienda"  a aquél de sus hijos que le parecía más hombre: "...dexava    su    hacienda    aq(ue)l    q(ue)     le    parezía    m(a)s onbre..."[11]
En el caso de ausencia de hijos, el testador instituía heredero de sus bienes a su hermano, hermana, próximo cognado o al amigo de más confianza:
"...Y   si   no   tenía   hijo   al   her (man) o hermana   o  pariente m(a)s   sercano   o   amigo   de   quien   m(a)s   el    se   confiava..."[12]
En conclusión, el individuo disponía libremente de sus bienes por acto de última voluntad, limitada sólo de un modo insignificante por el derecho consuetudinario.
 La sucesión hereditaria de los jefes de ayllus manifiesta análogas líneas generales. Sin embargo, aquí hemos de distinguir entre la sucesión en el cargo y la sucesión en los bienes, diferencia que tiene su causa en el orden social. El que sucedía en el cargo, elegido libremente por el kuraka según el criterio de la mayor habilidad o valentía,  sólo heredaba "toda    la hacienda, tierras, ropas,    mujeres   y   ganado" de su antecesor cuando pertenecía al mismo ayllu.
". . .muriendo el vno curaca de vn valle si el q(ue) le zuzedla era d(e) su pachaca eredava toda la hazienda tierras e ropa e mugeres y ganados y de aqui venia q(ue) los curacas eran mui ricos... "[13].
Respecto de la herencia patrimonial de los kurakas consta su carácter de "mayorazgo"
"...y era como mayorazgo..." (Diego Castro Ortega y Morejón, loe. cit).  Que no podía alienarse ni gastarse, obligándose el heredero además a proveer a los hijos del testador de todo lo que fuese necesario:
"...este proveya de todo lo necesario a los hijos de su antesesor..."   (Diego Castro Ortega y Morejón, loe. cit.).
Por  la  existencia  de  un  derecho  sucesorio  queda  ya aclarado, en principio, el problema de la propiedad privada, ya que el derecho del individuo a disponer libremente de sus bienes se basa en aquélla. Como masa hereditaria se cita, lo mismo para los kurakas que para lo "indios    comunes",    la "hazienda", es decir la propiedad de bienes muebles y predios. El problema central es, sin embargo, el si cabe hablar de una propiedad privada  de  tierra  de  labrantia.  La  frase  de  que "cada parzialidad  y  cada   yndio"   poseían sus tierras de labor propias ("chácaras")   no resuelve la cuestión de si la tierra de cultivo de "cada yndio"  quiera decir propiedad privada de inmuebles o si se trata de la adjudicación de determinadas "chácaras" de la propiedad colectiva del ayllu,   a cada una de las familias que lo integran; de ser así sólo tendrían derecho a labrar la tierra durante un tiempo determinado. Esta última interpretación, que parte de la unidad de cooperación económica del ayllu, cuenta con la mayor probabilidad de acierto, ya que existen numerosos datos en las manifestaciones de otros cronistas que señalan como principio económico de las demás partes del Perú preincaico la propiedad del ayllu sobre la tierra. Además, la misma "Relación" apoya nuestra opinión, ya que respecto de la sucesión entre "indios  comunes"  se habla exclusivamente de "hazienda" "...si era yndio común... dexava su hazienda aq(ue)l q(ue) le parezia m(a)s onbre. . . "[14]
Parece  que  en  contraste  con  el  grueso de  la  población, los funcionarios incaicos, tenían ya en tiempos preincaicos 'propiedad privada' sobre la tierra de cultivo que fue transmitida en forma de fideicomiso (mayorazgo) al sucesor en el cargo, procedente del mismo grupo; éste tenia que administrarla y labrarla como herencia común de su familia y no podía enajenarla.
Podemos inferir de los datos importantes que nos ha proporcionado la "Relación", que la tesis de que los Incas fueran portadores de una civilización completamente nueva que fue transmitida en el transcurso de la expansión de su imperio a unos pueblos "salvajes" y "primitivos", parece cada vez más falta de razón. Su mérito consiste, más bien, en la unificación política de grupos independientes que hablan pasado, sin embargo, por un desarrollo cultural paralelo al de la cultura Inca.
Hacia 1576, en la provisión ordenada por Don Feo. de Toledo en respuesta a la demanda de Doña Fea. Mesocoñera sobre sucesión en el cacicazgo de Narigualá (Piura), es interesante observar el cambio del funcionamiento de la costumbre regional prehispánica, a la Inca y a la costumbre española (mayorazgo):
".. .antiguamente tuvieron y ordenaron los Ingas que los gobernaban y como cuando moría alguno de los dichos caciques el Ynga que era la persona que dava el dicho e investidura   de  los  dichos   cacicazgos  no  los proveía   en   los hijos mayores que dexavan los dichos caciques muertos sino en el que mas buen entendimiento tenía o en otros indios que el escogía..."[15].
En la misma provisión de 1576, obsérvese el dictamen de Don Francisco de Toledo en materia de sucesión para la colonia temprana:
". . .he acordado que los dichos cacicazgos se probean de aquí en adelante en los hijos de los caciques que murieren ..."[16].
Asimismo los dichos cacicazgos podían perderse si:
"...ios Caciques que se hayaren que son ydolatras predicadores confesores de ydolatrías o de hechizerías o otras supersticiones o consintierre que los aya no los castigando ni distripando quitando los ydolos que ovíere pierden los dichos cacicazgos la que no los tengan ni puedan tener ni obtener. Y por el mismo caso sean desterrados..."[17].

Las obligaciones establecidas por el estado apuntaban a conseguir una sociedad completamente productiva y excedentaria, con una rígida disciplina laboral y gubernamental y una moral familiar muy arraigada. La Macrofederación del Tahuantinsuyu fue una sociedad federativa, excedentaria y socialista en tiempo y su contexto.  Para este objetivo estatal el derecho jugó un papel básico y fundamental regulando la distribución de los factores de producción, la obediencia y cooperación en la labores productivas, la disciplina de los gobiernos y la aplicación de sanciones ejemplarizadoras en caso de incumplimiento de las obligaciones que establecía el estado.
En orden de importancia le siguen lo que hoy denominamos el derecho civil, el mercantil y el derecho de sucesiones.  En este campo estaba establecido que las deudas debían cobrarse en vida y que una vez fallecido el deudor los herederos no tenían ninguna obligación de cancelar la deuda.  En el derecho de sucesiones se había establecido que los hijos varones reciban en herencia el doble que las mujeres.  No se conoce la compraventa de las tierras y de los inmuebles porque la civilización incaica no permitía la inmigración libre, sino que las familias debían arraigarse en un ayllu como un cuerpo colectivo de hermandad familiar y laboral y de vida política y social.
Con relación a las autoridades jurisdiccionales que aplicaban el Derecho del Tahuantinsuyu podemos establecer que los gobernadores de las unidades territoriales de base también asumían la jurisdicción administrativa y la jurisdicción judicial.  En la aplicación de la justicia penal las comunidades eran parte central en la sanción de los delitos porque participaban como el microsoberano con facultades de control sobre la justicia y con la facultad de determinar la sanción penal respectiva.   En los procesamientos penales el procedimiento  contemplaba  las  siguientes  etapas:     El  anoticiamiento  o denuncia ante las autoridades comunitarias, la investigación del hecho por las autoriddes hasta establecer la verdad de los hechos y conseguir las pruebas respectivas, en casos de faltas leves las autoridades podían resolver el asunto sin convocar al soberano o comunidad, en todos los casos graves las autoridades deben convocar a la asamblea comunal como siguiente paso y como la máxima instancia de resolución del conflicto. Luego deviene la deliberación  y  la  determinación  de  la  sanción  penal  que  es  una  de  las instancias fundamentales del procesamiento.  Después se dicta la sentencia o fallo y finalmente se realiza la ejecución inmediata de la sentencia.

Como conclusión tenemos que dos son los puntos más importantes cuando se trata de la persona de los grandes Señores: la sucesión y la dualidad. La costumbre de elegir al "más hábil" para el cargo daba lugar a una opción entre varios candidatos. La constante de la herencia al "hermano" y el agotamiento primero de los miembros de una generación antes de suceder al hijo, era una tradición muy arraigada en el ámbito andino.
El segundo punto en la organización social se basaba en la dualidad del mando, hábito general y panandino. Los españoles dieron el nombre de "segunda  persona"   al kuraka de menos rango dentro de la división dual y de las jerarquías locales









CONDARCO, Ramiro 1982 Zárate, el temible Willca.
Historia de la Rebelión indígena de 1899 en la República de Bolivia. Renovación, La Paz, 23•
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URIOSTE, Miguel 1987 Segunda Reforma Agraria. La Paz.




[1] No debe confundirse con la etnia del mismo nombre que habita en el norte de Chile y noroeste de Argentina, ni con el gentilicio de los habitantes del occidente de Bolivia.
[2] 2011 https://sites.google.com/site/aparperu/home/reportes-articulos-reports-articles/aymara-rockart. Falta el |título= (ayuda)
[3] «aillu», Diccionario de la lengua española (22.ª edición), Real Academia Española, 2001.
[4] MACHICADO, Jorge (2012). «El Ayllu». Consultado el 1 de febrero de 2012. «El ayllu es el grupo compuesto por muchas personas que se reconocia como familias ligadas por vínculos de sangre y afines que conforman un modo de producción económica y distribución de los bienes de consumo
[5] Cf. Rostworowski 1961.
[6] Regalado de Hurtado 1993:14
[7] (Holguín [1608] 1993:55).
[8] Un kuraka contó a los españoles en 1562 que:
"...antes que el ynga viniese a esta tierra cuando algún cacique moría daban los yndios sujetos al muerto el señorío a otro que fuere valiente y no lo daban el hijo..." (Ortiz de Zúñiga. vol.I [1562], 1967:65-66).
[9] (Ortiz de Zúñiga, vol.II [1562], 1967:34)
[10] Diego Castro Ortega y Morejón  [1558] 1968:486
[11] Diego Castro Ortega y Morejón, loe. cit.
[12] Diego Castro Ortega y Morejón, loe. cit.
[13] Diego Castro Ortega y Morejón, op. cit. pág.485
[14] Diego Castro Ortega y Morejón, op. cit. pág.486,
[15] Cf. A.G.N. Derecho Indígena y Encomiendas, Leg. 31, C. 627, Año 1610, F. 22r.
[16] Doc. cit. f.22r
[17] Ref. citada. f.22r

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